musica, vino, amante...
Escuchando la música de mí amante. Sábado tarde, preparo la cena para las chicas. Las espero. Me encanta preparar la comida, poner la mesa, plegar las servilletas. Mientras escucho las treinta y seis canciones que el Señor m. ha grabado. Es curioso que mientras bebo un poco vino tinto; dispongo el salmón en el plato, corto el queso en una madera; su música me acompaña, pero no se adentra en mi alma. Podría haber escrito: su música me come viva; pero no es así, no es este sentimiento el que me visita. En realidad parezco una agente de New York que mientras degusta un Merlot analiza las letras y la música del que me follo de vez en cuando. Y recaigo que hace tiempo que nadie me come el alma, intensa y profundamente. Porque en realidad me gustaría haber acompañado el vino con una lágrima de ser querida, de protagonizar algunas de las canciones. Me hubiera gustado, pero no con él.
Comentarios