Paseando con mi ansiedad.
Ella es un inquilino al que no has invitado a quedarse, pero
como cualquier inquilino quiere sus derechos. Estar entre tus músculos para
poder estar confortable, a gusto, mientas tu andas oprimiendo el esternón, la
garganta y la espalda, todo en uno. Ella estira a veces tanto de ti que crees que vas perder el sentido, la cordura…Y entonces hablas con ella; y le dices: “ Si
ya se que estas aquí, que estas enganchada entre mis neuronas y mis tejidos… Puedo caminar contigo, un día hasta tú te cansarás de mi, o o me cansaré de
hablar contigo. Y te ignorare. Es verdad, lo confieso, los fármacos ayudan a sedarla, a
tranquilizarla, a que se calme, a que no siga devorándome las entrañas.
Y cada día doy un paso mas para su desaparición, para su
disolución.
El camino nunca supuse que lo iba a recorrer otra vez…Eso si, se recorre de otra manera, desde otros ojos…desde otra garganta….y hay que transitarlo.
Apago hoy mi lucha. Y sigo transitando.
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