aun estoy sorprendida!
Hay regalos que te sorprenden. Recibí una postal de Navidad de un amigo. Y me sorprendió porque era una postal, algo no virtual, una felicitación con tinta y papel. Que gesto tan antiguo y a la vez tan romántico, por todo lo que implica recibir esa tarjeta de Navidad. Uno va a la tienda, compra varias, elige los destinatarios, se pone ante ellas y escribe frases personalizadas, las introduce en sus sobres y les pone “nombre propio”. Paseando llega a correos y las lanza por las bocas de león (En Zaragoza había dos cabezas de león doradas en relieve como buzones; una para las que mandabas a la ciudad y/o provincia y la otra para cartas fuera de la provincia. Me encantaba ir con mis padres a echar las catas y elegir la boca correcta para cada una de ellas!!)
Volviendo, es un detalle, porque todo ello llevaba tiempo, mucho! Mucho más que abrir tu correo electrónico copiar varias direcciones y felicitar. Hablamos de 10 minutos frente a una tarde como mínimo. Y esto sorprenden, no me dirán que no.
Así que gracias a ese amigo que desde su isla ha invertido su tiempo en pensar en su “gente”. Un tiempo que últimamente no tenemos o no sabemos utilizarlo, no creen?
Volviendo, es un detalle, porque todo ello llevaba tiempo, mucho! Mucho más que abrir tu correo electrónico copiar varias direcciones y felicitar. Hablamos de 10 minutos frente a una tarde como mínimo. Y esto sorprenden, no me dirán que no.
Así que gracias a ese amigo que desde su isla ha invertido su tiempo en pensar en su “gente”. Un tiempo que últimamente no tenemos o no sabemos utilizarlo, no creen?
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