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Mostrando entradas de febrero, 2012

el dolor que arrasa tu vida...

Mañana fría. Su cara blanquecina recabó en mí… y se disperso hablando de su amigo. De ese amigo con el que construyó  un sueño… con el que recorría  las vidas que iban engullendo. Y  salió corriendo, sin fuerzas, sin aliento…hacia su despedida, hacia  su última carrera…hacia su último beso…su último abrazo. Y conecté con  el dolor de la pérdida de un amigo, de esa alma que te acompaña en la vida, de la mano que te agarra para que no cometas una torpeza, de los ojos que te paralizan, de la boca que te apoya…Y lo vi correr por la montaña gritando y llorando de dolor, con una sola pregunta ¿Por qué?...una pregunta que no tiene respuesta…que se pega a tu piel…a tus entrañas… y que nunca podremos darle nada para calmarla. Ese dolor nunca dejará de estar. Y tendremos que aprender a convivir...

cuello y magdalena para desayunar...

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A María, los sábados, le gustaba levantarse muy temprano y meterse en la cocina, escuchar la radio mientras elaboraba magdalenas con la receta de su madre, de esas esponjosas, sabrosas y exquisitas. Se pasaba horas amasando, envuelta con su camisón de seda blanco... su intimidad, su momento, su deleite… Pablo se levantaba antes que los niños, entraba a la cocina y sonreía, miraba a Maria con el color del agradecimiento, de la satisfacción. Enamorado de ella y del perfume que salía del horno e impregnaba toda la casa... Se acercaba a ella por detrás sigilosamente sin avisar y mientras rozaba su cintura cogía una magdalena recién hecha… ummmm!! Maria se volvía tiernamente, inocentemente y lo besaba mientras compartían la primera magdalena del fin de semana… Este momento María lo había recreado por la noche…: “Pablo pegado a ella comiéndose su cuello y la magdalena como si formaran parte de un mismo desayuno…”

Para toda las Elviras…

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Elvira dejaba todas las noches la peluquería bien limpia… Cerraba, compraba la cena para la noche. Mientras paseaba hacia su casa miraba muy atentamente a los ojos de los hombres que se iba encontrando… Por si tenían la clave que ella necesitaba… “este seguro que es!… Yo con este podría cenar… No, mejor con el  de la bicicleta… Tal vez con éste incluso podría tener hijos… Oh, éste sería para una noche loca…” Así consumía su media hora de camino, en pensamientos absurdos y sin sentido… Recreaba mil escenas tortuosas, barrocas, dulces, frías… Estaba cansada de las mismas cosas, de la misma gente, de las mismas historias… Y le gustaba evadirse conectándose con la irrealidad.... le gustaba apostar a los dados en su casino particular...algún día caerán en pareja…