ferreterías

Esta mañana entré a la ferretería de mi barrio. Cuando estaba dentro me detuve a mirar: “Había dos hombres que buscaban una cerraja, otro que estaba haciendo la copia de una llave, un obrero que venía por maseta, un jubilado que necesitaba unos tornillos para un cajón y YO, que quería una escalera de cinco peldaños”. Y sentí que estaba usurpando algo, que no estaba en el sitio correcto; como cuando una entra en un club londinense y todos giran la cabeza mientras levantan las cejas diciendo: “perdone señorita este es un club privado masculino”. Uy perdonen!

Aun con esta molestia yo esperé con dignidad, expresando con mi cuerpo: “si es mi lugar; no, no me equivocado… mi marido no existe por eso bajo yo”

El dependiente me atendió con amabilidad pero, era la amabilidad que se le da a un ignorante. Protector y con tonos paternales saco varias escaleras… en otro caso no se si hubiera aguantado tanto, ya saben: “¡Son hombre de ferretería!”
Salí con mi escalera. Y con la extraña sensación de haber estado por un instante en un lugar prohibido para las mujeres.
¿Estamos en el Barcelona del 2008?

Comentarios

Pipilota ha dicho que…
y eso que ibas a por una escalera de cinco peldaños... yo cuando fui a comprar una broca ni te cuento la cara de yoquesé que me puso el ferretero ni la condescendencia con la me trató. Y sí también era ¿Madrid 2006?

Es curiosísimo el tema de las ferreterías, a mi me siguen imponiendo y me entra una rebeldía que pa qué :º

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