ferreterías

Aun con esta molestia yo esperé con dignidad, expresando con mi cuerpo: “si es mi lugar; no, no me equivocado… mi marido no existe por eso bajo yo”
El dependiente me atendió con amabilidad pero, era la amabilidad que se le da a un ignorante. Protector y con tonos paternales saco varias escaleras… en otro caso no se si hubiera aguantado tanto, ya saben: “¡Son hombre de ferretería!”
Salí con mi escalera. Y con la extraña sensación de haber estado por un instante en un lugar prohibido para las mujeres.
¿Estamos en el Barcelona del 2008?
Comentarios
Es curiosísimo el tema de las ferreterías, a mi me siguen imponiendo y me entra una rebeldía que pa qué :º