En continuo movimiento

Era pequeña y sentí la lluvia en mi cuerpo, como caía indecente; convirtiéndose en agujas que casi podían atravesar mi piel… intente resguardarme de ella pero no pude, me quede inmóvil, quieta…. Mirando hacia arriba, intentando saber de donde venía, y porque caía justo donde yo me encontraba… empapada pude caminar unos cuantos pasaos y refugiarme en un portal gris, oscuro; pero al fin y al cabo un hueco sin lluvia. Y desde la barrera seguía contemplando la lluvia, una lluvia que cada vez arreciaba más, se engrosaba, se hacia más y más pesada; las gotas empezaron a tener vida propia, grandes globos a medio hacer que al caer en el suelo explotaban tan brutalmente que me salpicaba; sentía que me estaban retando, que me decían: ¡Vente, sal fuera… no seas cobarde… va niña! no te vamos a hacer nada…¡ y yo acurrucada en la esquina de ese portal intuía que no debía salir, que debía estar ahí porque en un momento u en otro se irían, dejarían de caer… y yo podría correr hasta mi casa para estar a salvo. Rece y apreté los ojos para que pasara pronto… de vez en cuando los entre abría y de repente me di cuenta que el sol iluminaba la plaza… entera, los bancos, las calles e intente salir poco a poco… corrí corrí hasta que la respiración se hizo pesada… aún creo que sigo corriendo por las calles de la ciudades que habito… corro de un lugar a otro, en movimiento, siempre en movimiento.
A veces me pregunto: ¿De que huyes, O? ¿De que quieres escapar?

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