El sonido de tu voz

Ayer me llamaba una amiga para decirme que estaba triste y había marcado mi número de teléfono solo para oír mi voz.
Esto me hizo recordar un artículo que hace unos meses leía de
Ángel Gabilondo: Al menos, tu voz.
“Puede parecer poco, pero a veces necesitamos sencillamente oír la voz de alguien concreto. Como sea, su voz, ella, al menos. No es tanto la compañía de los argumentos, cuanto el cálido articular, entonar, deletrear, sonar, de su singularidad expresiva”
Yo estoy segura que mis argumentos no le sirvieron para nada, pero mi voz le acompañó en un momento de su noche.
Reconozco que hablar por teléfono a mí me produce un dulce placer, me encanta fantasear con los tonos de las diferentes personas a las que llamo o me llaman, e imaginar su forma, su color e incluso la vida que acompaña a esa voz. Es rápido, porque una conversación de trabajo no dura mucho, pero excitante.

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