Niebla...

Hace Niebla. Y recordé la novela de Unamuno (por cierto léanla... si por alguna extraña razón no se la han leído aun) yo la volví a coger de la estantería de mi habitación y volví a encontrarme con mi época de universidad; yo tengo los libros con notas –aparte de las del propio autor o las del filólogo- subrayados y marcados. Si yo tengo los libros muy usados. Y pensé: el mundo del lector se divide en dos grandes grupos –divididos en muchos subgrupos, la vida está llena de matices -. Unos los que moldeamos el libro, las hojas y dejamos plasmado lo que nos inspiró en ese momento su lectura (Que al retomarlo como yo estas vacaciones, leo dos historias paralelas) y los que –sin juzgar- leen respetando sus hojas, sus tapas, sus personajes... y parece que siempre la lectura sea virgen. Yo soy partidaria de moldear los libros, de marcarlos con mi propia vida, abarrotarlos de letras, de colores y de notas... que tome mi propio pulso y se alimente de mi momento.
Ahora he vuelto a dejar una pequeña huella. ¿Quién sabe si uno de mis hijos los lea algún día y repasé con el la vida universitaria de su madre?
Navidad, demasiados dulces y cava (rosado que ha sido la estrella de estas fiestas).

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