Pequeña


Marta se sintió pequeña. Había recibido un mensaje que no quería haber recibido nunca. Tecleaba nerviosa para leerlo una y otra vez. Lo contesto con otra negativa, bueno con media negativa; si un “no pero bueno”. Inexplicable.
Medio cobarde – pensó Marta mientras caminaba por el paseo marítimo. Se paró ante el mirador y se dejo llevar por el diálogo de las olas, por si a ellas se les ocurría algo original que le sacará de este tortuoso empequeñecimiento.
Lo destruía o se destruía – susurraban.
Se paralizó y reclinó la invitación.

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